Recientemente hemos sido testigos de premoniciones sobre el fin del mundo, pero ¿a qué nos lleva todo esto? ¿Acaso al pánico social, al sarcasmo ante los desaciertos, a la desconfianza o más a fondo a sospechas sobre teóricas conspiradoras para desenfocar la atención colectiva de hechos globales? Podemos desglosar un sinfín de hipótesis al respecto…
Sin embargo, el verdadero énfasis lo encuentro en lo siguiente: qué pasa con nuestro entusiasmo para mejorar nuestra vida cada día, nuestra actitud, nuestras agallas para hacer del supuesto imposible la realidad posible… Sí es verdad y estoy totalmente de acuerdo que la nube de problemas cotidianos obstruye este sentir, el desempleo, violencia de género, inseguridad, avaricia y codicia, etc. pero dicen que en el inconsciente colectivo prevalece que somos sujetos al error y a la corrección y ¿por qué no transformar esto en toma de acción y hacer cambios?
Podemos sumar fortaleza y pensamiento. El contexto actual sobre el fin del mundo me encamina a decir: hagámoslo como si fuera el último día de nuestras vidas, formemos el entorno que deseamos y anhelamos. Es cuestión de tener una misión, por pequeña que sea en pro del bienestar, alejar el egoísmo como forma confortable de existir. Para qué considerar este tipo de “profecías” si no causan más que decepción o burla a nuestra razón, ¿pero esos adivinos podrían advertir que su teoría establecería unión?
Sí, todo en este planeta tiene estructuras y organización, también jerarquías y procedimientos. No existe la ley natural del hombre, sino la razonada y estipulada. Este avance nos permitió convertirnos en la especie animal más evolucionada y ahora nos conduce a la convivencia social sujeta a modificación.
En este sentido pongamos manos a la obra y seamos visionarios de un entorno próspero, luchemos por las injusticias, por dejar de ser pasivos, por exigir nuestros derechos, aquellos por los cuales en el pasado generaron luchas, amemos la vida, sonriamos, alegremos cada acto como si fuéramos los propios profetas de nuestra vida que encausan y predicen cómo vivirla.
Diana Camacho